Y es que tan desagradable como tomar algo que no gusta, es el pasar por
ciertas situaciones tan incómodas o ingratas como, por ejemplo, - y dado
que las desgracias nunca vienen solas- el que lleguen varias multas
seguidas, el sufrir de averías continuadas o reveses en los estudios o
en la vida profesional.
Aunque algunas veces las situaciones sean verdaderamente molestas,
normalmente esta frase se utiliza para suavizar disgustos menos
graves y se dice entre risas compartidas tanto por quien lo
dice como por quien lo sufre, de tal manera que puede ser dicha por el
mismo protagonista al terminar de contar sus tribulaciones.
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Y sirve esta sentencia de hoy para que aconseje repasar el uso del imperativo, en el que, dado que no existe la primera persona del singular ni plural (se supone que uno no puede mandarse a sí mismo) es la segunda persona la utilizada cuando se produce esa situación en la que a través del monólogo o en el curso de pensamientos propios, alguien utiliza expresiones como ¡Vamos allá! o ¡Respira hondo! cuando quiere infundirse ánimos.
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